Cuentos para sobrevivir la noche

Aunque de todos los que conozco nunca he podido elegir un libro o un autor favorito, entre más leo, más me convenzo de que las mejores historias son esas en las que no tiene que ocurrir nada extraordinario para que sientas que las vidas de sus personajes, imaginarios o no, te importan lo suficiente para seguir leyendo cuatro, cinco o cien páginas más. Ni siquiera el lenguaje tiene que ser tan intrincado. Ni los significados tan profundos. Es suficiente si al leerlo te sientes menos solo.

Desde la primera vez que leí a la autora japonesa, Banana Yoshimoto, no he dejado de preguntarme qué clase de hechizo guardan sus relatos. A veces me digo que la sencillez de su lenguaje podría ser un efecto colateral de la traducción, pero incluso las versiones en inglés contienen ese candor que a mí me recuerda caminar a lo largo de una noche invernal y descubrir una ventana iluminada donde alguien te aguarda con té caliente y algo para cenar. Así se siente leer a Yoshimoto: no se necesita nada extraordinario para que la vida ocurra.

Recuerdos de un callejón sin salida es una colección de cuentos cuya primera edición fue publicada en español a principios de los ochenta y, en palabras de la autora, fue su obra favorita de todas las que había escrito hasta entonces. No obstante, también subraya que cada uno de esos relatos es un registro casi autobiográfico de los recuerdos más difíciles de su vida, “por ese motivo la considero una obra muy importante para mí”, escribe en el epílogo. Esta frase me hizo recordar aquella del final de la película Little Miss Sunshine (2006), en que uno de los personajes le dice a otro que a veces desearía dormir hasta que termine su adolescencia y el segundo le contesta que se perdería del mejor sufrimiento de su vida. ¿Y por qué sería malo dejar de sufrir?

Parafraseando la línea con que Tolstoi inicia su novela, Ana Karenina, todas las personas felices lo son del mismo modo, pero cada uno es infeliz a su propia manera. Así también los personajes de los cuentos de Yoshimoto tienen cada uno su propia razón para sufrir: han perdido a un ser querido, al amigo de la infancia o a la madre; han sentido la muerte de cerca, una envenenada, otra abusada; en algún punto, todas perdieron su motivo para querer seguir, pero sobrevivieron a su propia desesperación. Y cada una de ellas encontró refugio en la luz de otras personas que las acompañaron en su noche más oscura.

Una vez una amiga me escribió una nota que dice que cuando más oscura es la noche, más próximo está el amanecer (suena a algo que tal vez leyó en internet). Los relatos de Yoshimoto se leen como esa promesa: no importa cuán inmensa sea la agonía de sus personajes, incluso si el final no se revela, queda el presentimiento de que todo estará bien. La autora reflexiona que, en un principio, quizá escribió esas historias intentando dejar atrás el dolor de su propia vida antes de tener a su primer hijo; sin embargo, ella misma reconoce que a veces necesitamos derramar algunas lágrimas para limpiar las penas de nuestro corazón.

No podemos evitar el sufrimiento, pero tenemos música, tenemos películas, libros y creo que lo más especial de ser humanos es que hemos aprendido a crear belleza solamente para darnos ánimo de sobrevivir. Los personajes de Yoshimoto sobreviven, no para superar su dolor, sino para atravesar el proceso del dolor. Aunque todavía no puedo decidirme por un libro o un autor favorito, estoy segura de que si fuera un personaje, me gustaría haber sido escrita por Banana Yoshimoto porque cualquiera de sus libros es un recordatorio de que no podemos evitar sufrir, pero que el dolor no tiene el propósito de destruirnos, sino de transformarnos.  

Ana Laura Bravo, es profesora de medio tiempo y lectora de tiempo completo. «Nací en el desaparecido Distrito Federal en febrero de 1994, pero crecí en otros estados, siempre buscando algún camino de regreso a la Ciudad. Estudié literatura en la Universidad Autónoma de Querétaro y en la Universidad de Tarapacá en Chile.» Actualmente estudia la maestría en docencia y está desarrollando una tesis sobre la enseñanza de la literatura en los bachilleratos técnicos. Ha publicado en algunas revistas y escribió su primera novela, Volver al fin del mundo, con apoyo del Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA) de Querétaro, la cual se encuentra en proceso de reescritura. 

La literatura es mi laboratorio de libertad y me gustaría que mis textos pudieran hacer que quien quiera que los lea se sienta escuchado.

IG: analaura_bravop

FB: AnaLaura Bravo Pérez

Deja un comentario

Blog de WordPress.com.

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar